LECCIONES DE PERSONAL BRANDING: EL PODER DE LA MARCA TRUMP EN LA OPINIÓN PÚBLICA

Donald Trump representa un ejemplo único en el ámbito del branding personal, evidenciando cómo una marca bien construida puede llevar a una figura pública a niveles excepcionales de notoriedad e influencia, incluso en circunstancias adversas. Su ascenso a la presidencia de los Estados Unidos en dos ocasiones, a pesar de una amplia publicidad negativa y procesos legales en su contra, es un fenómeno que merece ser analizado por expertos en comunicación y relaciones públicas. ¿Qué estrategias de personal branding ha empleado Trump a lo largo de su vida para lograrlo y por qué han funcionado tan bien?

La autenticidad como arma

Trump destaca por su estilo crudo y sin filtros, que contrasta con la comunicación medida de otros políticos. Esta autenticidad conecta con un segmento de la población que desconfía de los discursos tradicionales y busca franqueza, por muy polémica que sea. La capacidad de Trump de convertir la controversia en apoyo es especialmente notable. 

Aunque Trump es percibido como auténtico debido a su consistencia y coherencia en su manera de presentarse, no siempre ha sido transparente y se conoce que ha distorsionado hechos descaradamente. Aun así, su imagen de alguien que “dice lo que piensa” refuerza su autenticidad, incluso cuando la verdad se compromete.

La constancia en su mensaje

Desde joven, Trump cultivó cuidadosamente una imagen de éxito y riqueza. Frases como “Winning is everything” y “I like thinking big. If you’re going to be thinking anything, you might as well think big” encapsulan su enfoque implacable hacia el triunfo. Este mensaje de grandeza se extendió más allá de sus negocios, licenciando su nombre para proyectos inmobiliarios y productos, lo que reforzó la percepción de omnipresencia sin implicar una gestión directa. 

Esta estrategia coherente lo siguió hasta la Casa Blanca, donde su reputación como empresario exitoso resonó con votantes que deseaban ver esos resultados replicados para el país.

Exageración como técnica de persuasión

Una estrategia que define a Trump es su tendencia a exagerar, presentando cada acción o propuesta como “la mejor”, “la más grande” o “la más exitosa”. Esta tendencia es más que una simple retórica; es un pilar de su estrategia de marca personal. Un ejemplo de ello es cuando, en la década de 1980, llamó a Forbes haciéndose pasar por su propio portavoz bajo el seudónimo de “John Barron”, exagerando su patrimonio neto para asegurarse un lugar en la lista de las personas más ricas. Este caso ilustra cómo Trump emplea una promoción audaz y exagerada para elevar su estatus y moldear la percepción pública. 

Su audacia al usar la exageración resuena con un público que asocia la confianza y la osadía con el éxito. 

Estrategias de medios no convencionales

El manejo de Trump de los medios ha sido inusual y efectivo. Ha desafiado la regla tradicional de evitar la publicidad negativa, afirmando que no hay mala publicidad. Cada cobertura, positiva o negativa, es una oportunidad para reafirmar su presencia. Además, la utilización de términos como “fake news” para desacreditar a medios críticos le ha permitido controlar la narrativa y fortalecer la lealtad de su base.

Posicionamiento como outsider

Uno de los elementos más potentes de la marca Trump es su imagen de outsider, alguien ajeno al sistema político que representa al pueblo frente a las élites. Este posicionamiento se reforzó con políticas de inmigración que captaron la atención y el apoyo de aquellos preocupados por la seguridad y la economía de EE. UU. Su retórica de “América Primero” se tradujo en un discurso firme contra la migración irregular, presentándose como un defensor del interés nacional frente a lo que describía como una clase política permisiva.

Conexión emocional y simplicidad

Trump ha perfeccionado el arte de simplificar su lenguaje y utilizarlo para conectar emocionalmente con sus seguidores. Durante su tiempo como protagonista de The Apprentice, usaba frases contundentes como “You’re fired” que se volvieron icónicas, reforzando su imagen de líder decisivo y directo. 

En su campaña de 2024, continuó usando expresiones llamativas como “Make America Great Again, Again” y “America First Always”, resonando ampliamente en redes sociales y consolidando su conexión con la audiencia. Para cualquier figura pública, apelar a las emociones es crucial, ya que las decisiones impulsadas por emociones son más profundas y duraderas que las racionales.

El arte de la disrupción y la coherencia

Trump ha demostrado que las estrategias de personal branding pueden variar radicalmente según la personalidad y el contexto. Aunque su reputación ha sido objeto de controversia y su credibilidad ha sido cuestionada, su capacidad para mantener y movilizar apoyo refleja una lección distinta: en un entorno polarizado, la autenticidad y la coherencia de su mensaje pueden superar incluso la reputación negativa. 

Aunque sus tácticas no son aplicables ni recomendables para todos, su caso destaca la relevancia de la autenticidad, la coherencia y la habilidad para gestionar la controversia de forma estratégica.